Tuesday, June 07, 2011

Triste vivir entre lo que uno es y lo que tiene que ser.
Estoy de regreso en la ciudad, en mi casa... o en lo que queda de ella. Mi cama suave, las películas que no he visto y los libros que posiblemente nunca leeré. Estoy de vuelta lamiéndome las heridas, que no sé ni de qué...
Viajé toda la noche, sin poder dormir o durmiendo con dientes apretados, más bien.
Rechinando los dientes, tejiendo historias fantásticas de futuros varios que seguramente nunca llegarán... ni buscaré.
Intenté escuchar música, reclinar mi asiento y dejarme ir. Dormir sin más, esperando que al llegar a mi destino pudiese despertar sin penas, sin cargas sobre mis hombros y esperar que el dolor constante que llevo en mi cuello y que se extiende desapareciera. En cambio, desperté con un aliento petrificado, como de muerta que resucita y nada de lo que esperó, soñó o ansió fue o será. Porque las historias que en mi cabeza se clavan y al cerrar los ojos se repiten una tras otra sin poder borrarlas, no son más que sueños frustrados de culpas que aún no puedo purgar.
Si pudiera regresar el tiempo dudo que cambiara algo. Temo al futuro porque soy incapaz de tomar decisiones. Temo al futuro porque no creo ser feliz. Porque al despertar siento la pesadez intensa, arrastrante, que no me deja... y frunzo el ceño esperando ahorcar cada idea, matar cada esperanza y que así en verdad sea lo último que muera de este cuerpo gordo y cansado, este cuerpo de casi mujer, casi niña. Este cuerpo y alma que ya no puede más.
Aferrarme a la vida, buscar la chispa, pensar positivo y agradecida... por mi libre voluntad, mi libre pensamiento, por las lágrimas que se forman y reconocer el milagro de la vida.

Por lo que queda de esta noche, solo quiero dormir. Dormir sin apretar los dientes, sin carga sobre mi... dormir y ya.

Sunday, April 24, 2011

Abrí mi cajón y saqué las tijeras. Corté un cacho de piel alargado que colgaba del dedo gordo de mi pie derecho. Me dolió cortarlo.
Me dolió cortarnos. Me dolió sacarte de tajo de una vez por todas de la falsa fiesta que es mi vida.

No es que no te quiera más, es que no quiero quererte más. Ni que me importe, ni que me duela, ni que me nada.

No perdono porque no quiero. Ni puedo.

Pasaron meses antes de volver. Pero no se siente igual... antes, cuando regresaba era como vomitar todo lo que contuve por meses (a mil apretones de tecla por segundo). Un vómito de letras apretadas, acomodadas y medidas para reflejar un poquito lo miserable que era, o que soy. Ahora no. Ya no puedo... me esfuerzo por ser capaz de recordar las frases espontáneas, de apariencia tan perfecta y acorde al momento, al momento en el que lo pensé. Que ganas de tener memoria perfecta. De llevar siempre plumita y escribir mis cositas pseudopoéticas/patéticas, que harían rima perfecta con el mood aletargado de las entradas anteriores. El reflejo de mi vida.
Y aún... no puedo. Me es imposible regresar a quien fui, ser quien quiero ser también. Al final la mente juega sucio y lo que creí que era en realidad nunca fue. Espacios en blanco que rellené con los colores que quise, retorciendo cada cosa hasta hacerla encajar. Fantasías de grandeza, de lucha, de amor. Cosas que no serán, porque no permito que sean, ni siquiera sé si las quiero.

Al final las decisiones que tome servirán de poco. No estoy triste ya. Soy feliz la mayor parte del tiempo, haciendo lo que me gusta (aunque aún no lo entienda). Soy feliz a mi manera; callada y sigilosa, observando siempre. Riendo con los labios apretados, con tus ojos clavados en mi nuca, como te recuerdo. Viendo al fondo y a la derecha agitando mi cabeza, torciendo labios y haciendo muecas... apretando los dientes.
Soy feliz porque lo quise, porque me esfuerzo, porque me cansé de tratar de sonreir como los otros. Soy feliz por ser yo, con cicatrices y todo.