Sunday, April 24, 2011

Abrí mi cajón y saqué las tijeras. Corté un cacho de piel alargado que colgaba del dedo gordo de mi pie derecho. Me dolió cortarlo.
Me dolió cortarnos. Me dolió sacarte de tajo de una vez por todas de la falsa fiesta que es mi vida.

No es que no te quiera más, es que no quiero quererte más. Ni que me importe, ni que me duela, ni que me nada.

No perdono porque no quiero. Ni puedo.

Pasaron meses antes de volver. Pero no se siente igual... antes, cuando regresaba era como vomitar todo lo que contuve por meses (a mil apretones de tecla por segundo). Un vómito de letras apretadas, acomodadas y medidas para reflejar un poquito lo miserable que era, o que soy. Ahora no. Ya no puedo... me esfuerzo por ser capaz de recordar las frases espontáneas, de apariencia tan perfecta y acorde al momento, al momento en el que lo pensé. Que ganas de tener memoria perfecta. De llevar siempre plumita y escribir mis cositas pseudopoéticas/patéticas, que harían rima perfecta con el mood aletargado de las entradas anteriores. El reflejo de mi vida.
Y aún... no puedo. Me es imposible regresar a quien fui, ser quien quiero ser también. Al final la mente juega sucio y lo que creí que era en realidad nunca fue. Espacios en blanco que rellené con los colores que quise, retorciendo cada cosa hasta hacerla encajar. Fantasías de grandeza, de lucha, de amor. Cosas que no serán, porque no permito que sean, ni siquiera sé si las quiero.

Al final las decisiones que tome servirán de poco. No estoy triste ya. Soy feliz la mayor parte del tiempo, haciendo lo que me gusta (aunque aún no lo entienda). Soy feliz a mi manera; callada y sigilosa, observando siempre. Riendo con los labios apretados, con tus ojos clavados en mi nuca, como te recuerdo. Viendo al fondo y a la derecha agitando mi cabeza, torciendo labios y haciendo muecas... apretando los dientes.
Soy feliz porque lo quise, porque me esfuerzo, porque me cansé de tratar de sonreir como los otros. Soy feliz por ser yo, con cicatrices y todo.