Creo

Creo, a veces pienso. A veces llego a sentir que te odio.
Hay días en los que no encuentro que hacer conmigo, en los que me asfixio y algo profundo me corta por dentro, me oprime y agita.
Minutos larguísimos que es como si con toda la intención quisieran alterar. Son minutos y segundos que lastiman, no quererte a veces me lastima.
Creo que como la mayoría de los días, he llegado un punto en el cual se ha perdido toda noción de las cosas, de consecuencias, de palabras, del tiempo...
Se ha perdido toda luz al final del túnel o al menos dejó de vislumbrarse a mis ojos que abrazados por las lágrimas se negaban a mirar. Se han perdido las ganas, aunque a veces se logren colar por las ranuras que se abren... y vuelven a huir.
He perdido toda gana de seguir, no por nada más que la pereza de no lograr nada y simplemente avanzar hacia algo a lo cual no se quiere llegar.
Creo, en ocasiones dudo de mi habilidad de supervivencia. Creo que todas las cosas me han repetido o en todo caso reafirmar esta duda que tengo a cerca del sentido de lo demás. De esto en sí. Dudo de mi capacidad de entendimiento con los demás porque existen días en los que no entiendo nada y todo se confunde, de entre el polvo y las sombras el odio renace.
Creo, pienso por días en todo lo que he fallado y me repito constantemente, con la voz ahogada en el miedo, que ya no hay un porqué. Que se acabaron de un día para otro las razones para seguir a las olas, que se acabaron los motivos para escribir en la playa, que ya no hay un porqué concreto para disfrutar de mi esencia. Que esta misma se perdió.
Entonces, es en esos días. En días como este que me pongo a pensar si realmente después de las dudas o de la cortina de lágrimas, si después de la voz ahogada o del miedo infundido, si después de los instantes imborrables, si después de ti hay un mí, si después de nosotros todavía existe una razón. Entonces me siento a contemplar que después de hoy todo acabó... y renace el silencio, entre lo irreversible y el dolor no queda nada más. Después de ti ya no.