Es sólo que la incógnita y curiosidad siempre aumentan cuando nos separamos de alguien. Por ejemplo que estoy aquí frente al monitor esperando a que digas... ah, hola.
No sé si me debería importar tanto. Claramente no y visceversa porque si lo ponemos del otro lado a mi pareciera no importarme igual.
Son muy estúpidas las peleas a esta edad. Cualquiera... casi. Pero me da incluso risa dejarse de hablar por pequeñeces como ay, no sé. El punto es que las amistades vienen y van y por más intensa que haya sido cualquiera, por más cariñosa, creo que si termina desapareciendo posiblemente no lo fue tanto.
Tampoco agarro la idea de amistades eternas pero si de las bah, que digo... que cuentas de verdad.
Ya no sé que escribo, ni que digo ni que hago. Sólo sé que estoy aquí empezando escuela, con una amiga menos, varias en la lejanía física y emocional y otras cuantas amistades por ahí... regadas y sin regar. Pudriéndose, secándose.

Y me siento más sola que un político en desgracia.