Estoy harta de tus mentiras. No tanto porque me duela, sino porque me insulta; insulta la confianza que te tuve, insulta mi cariño derramado, insulta lo implícito en nuestro contrato social.
Está bien, no tienes que decir nada. No quiero ni excusas, ni lloriqueos de criaturita abandonada, ni de luto ni de nada. No quiero más contigo, ni con ellos ni con la gente que tu vida involucre.
Decir que te perdono es fácil, hacerlo también... lo difícil en todo caso sería olvidar, y no quiero ni lo haré. La hipocresía, las másacaras, el falso lamento cuando hieres a los demás, los ojos ensayados al pedir perdón... estoy harta. Dejé eso hace un tiempo atrás y por más que mi cariño siga como sombra en ti, no pienso regresar a esos juegos, a tus juegos.
Hoy termino con mi parte del contrato, suficientes oportunidades ya te he dado.
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