Y sí, hoy estoy bien. Que ya no te extraño, que estoy agusto con mi nuevo encuentro y me siento feliz. Que las nostalgias aquí plasmadas ya no me causan el nudo en la garganta, que el pronunciar tu nombre ya no me da escalofríos y en el aire, por ahora, no respiro más que el olor de mi nuevo yo y mientras lo hago dibujo una sonrisa en mi rostro. Y que me siento sola en ocasiones pero con todo tengo la seguridad de que quizás no tan fuertemente como tú, no más que tú. Y pienso en ti con cariño ya fuera el desprecio y que estos son simples desahogos, como para terminar de sacar la piedrita que seguía atorada.
Y es verdad todo eso, que en ocasiones aún me pregunto en donde estás cuando te necesito, si estarás con la gente adecuada o si tal vez necesites el cálido cobijo de mis brazos o yo lo necesito y no te encuentro, o si estarás contento y en que piensas o si me piensas todavía, me esperas sólo o será una vaga ilusión descartada en mi cuerpo. Y es verdad pero tengo la infinita certeza de que no es por nada más que por el recuerdo de otros tiempos que con el paso del tiempo y el segundo imparable van quedando atrás, cada vez un poco más y se van volviendo añejos al gusto y dejan de ser nuestros, como de otras personas innombrables en la histora. Y en estos días no pienso más que en verte y regalarte una sonrisa, y que me regales tú una nueva, enjuagando tu alma.
Y en el indicio de tu ausencia que empuja y empuja a seguir avanzando siempre me acuerdo de ti, como tal vez un recordatorio de las cicatrices que quedaron ya invisibles pero que hubo en algún momento y ya las palabras sobran, ya los llantos no funcionan y sólo te recuerdo con una sonrisa de agradecimiento, mientras me ahogo en los recuerdos y me levanto de nuevo, otra vez con el empuje.
He vuelto a ver con nuevos ojos, no para todo pero veo ahora todo lo pasado, en términos referentes al Amor sólo tuyo y mío, a nuestro viejo amor de niños que por alguna razón acabó en mal tal vez como el precio que me hacía falta pagar por las desiciones tomadas en forma irreverente, y salvaje de locura, me declaro culpable y te condeno a ti, separados pero juntos igual.
Y ¿qué más contarte? ¿qué más susurrarte al oído como en aquellos tiempos? que más compartirte que mi felicidad y la dicha de no esperarte más, como le podrás llamar resignación y yo le diría cerrar ciclos, sacar al fin esa molesta piedrita que se rehúsaba a dejarme avanzar y que yo siempre evadía y ha llegado el momento de sacar porque me seca la garganta.
Y decirte ahora que estás cerrado. Que no se hable más.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment